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domingo, 28 de febrero de 2016

"Oda a la música" de Petrona Rosende

A la música
Oda


¡Oh, consuelo del hombre que padece!
     ¡Oh música divina!
Tú omhelezas el alma, y la ennoblece
De tu suave armonía el placer puro,
     Elevando la mente
A la región sublíme, omnipotente.
Tu mágico poder todo lo abraza;
     A todos docilizas;
Te rinde el poderoso tu homenaje;
El que suda afanoso, su labor suspende
     Cuando hieres su oído,
Por gozar tu cadencia emblecida.
En el dorado alcázar, y en el humilde techo,
     Influyen tus encantos:
Con igual imperio ejerces tu dominio
Donde reina el pesar, dó la miseria mora,
     Desterrado el tormento,
Esparciendo el placer, paz y contento.
Al miserable enfermo que el mal postra
     En doliente lecho,
Llega tu voz, y al dolor mitigas,
Cual bálsamo al espíritu postrado
     Le confortas y animas,
Mientras te escucha, su esperanza avivas.
El que encerrado gime de cadenas cargado
     Agoviado del crimen,
O sufriendo quizá, venganza ó fuerza,
Oye tu acento, y su estado olvida,
     Y la obscura morada
En deleitable asilo es transformada.
Hasta en el infelice que en demencia
     La razón volvióse,
Tienes tu influjo, y á la ciencia pasas,
Causando efectos, que ella no ha alcanzado
    Tus acordes sonidos,
Volviendole propicia los sentidos.
Pero ¿cuál es el ser que no tributa
    A ti su vasallaje?…
¿Cuál, que no deja el llanto, el duelo,
Que la cruda Parca al sensible pecho
    Imprimo impía,
Oyendo tus cadencias y armonía?....
Tú estrechas de la unión los dulces lazos;
     Haciendo á los mortales
Suavizan sus costumbres y su trato,
Alternando el descanso, y los afanes
    De intrincados negocios,
Gustando nobles y agradables ocios.
A todo el que te estudia y te venera
     Sugetas al dominio
De tus gratas cadencias musicales;
El príncipe, el letrado, el filósofo,
     Y al valiente guerrero,
Humillas al nivel del ser postrero.

El nombre de divina á competencia
    Te dio la China,
La Pérsia, Arábia y la Asíria,
No por capricho, no por ligereza,
     ¡Divina te llamaron!
Sí, porque por “divina te adoraron!”.

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