-El amor es mejor que la sabiduría, y más precioso que la riqueza, más hermoso que los pies de las hijas de los hombres. El fuego no puede consumirlo y apagarlo las aguas. Te llamé a la aurora, y no acudiste a mi llamada. La luna oyó tu nombre, pero no prestaste oídos a mi voz. Porque con maldad te abandoné, y para mi mal me alejé de aquí. Porque mi amor persistió en mí, y fue siempre fuerte, y nada pudo con él, aunque he visto el mal y he visto el bien. Ahora que has muerto, moriré contigo.
Y el alma le rogaba que se alejara de allí, pero él no quiso: tan grande era su amor. Y el mar avanzó y quiso cubrirlo con sus olas, y cuando él supo que su fin estaba próximo, besó con pasión los labios fríos de la sirenita, rompiéndose el corazón que dentro de él vivía.
Y a causa de ello la plenitud de su amor destrozó su corazón, y el alma encontró una entrada en él, penetró y se unificó con él como antes. Y el mar cubrió al joven pescador con sus olas.
-Oscar Wilde.
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